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Una noche en alguna parte vuelves a mirarte en el espejo de un camerino que nunca puede ser tu propia casa y contemplas tus ojos hinchados por la fatiga ¿que estas haciendo aquí? ¿Por que haces lo que haces y no otra cosa? ¿Quien eres realmente tú? Al otro lado de la puerta se agita una fervorosa multitud que ha estado escuchando durante dos horas, aun aplaude al escenario vacio, espera que regreses y que le entregues lo que te queda de ti. Alguien te dice muy nervioso que salgas corriendo hacia el automóvil que esta esperándote ante una puerta lateral y secreta. Sin cambiarte de ropa, sin secarte el sudor, sin probar un sorbo de agua. Pero debe ser pronto, inmediatamente, antes de que resulte demasiado tarde. Por que a veces y con frecuencia el afecto es peligroso. A veces la pasión hiere. Pero ha bastado esa mirada fugas e inconsciente para dejar sentada una decisión nueva: hacer algo que nunca había hecho. En la vorágine del trabajo ni siquiera tiene uno tiempo de pensar detenidamente en si mismo. Los días, las semanas, los meses van marchando sobre la propia alma con la rutina apresurada del oficio. Coches, teléfonos, escenarios, fotógrafos, homenajes, abrazos, sudor, aplausos, preguntas, vestuario… ¿y en donde esta uno mismo? Dentro de nada --conciertos , contratos , teléfonos…-- dentro de nada volveré a mirarme en otro espejo, quizá mohoso o quizá lujosísimo, en alguna ciudad que no abre tenido el tiempo de conocer, me mirare en un espejo y me daré cuenta de que he cumplido ya veintitrés años y que continuo como todo el mundo, indeciso acerca de algunas cosas importantes. Todavía me faltan muchas pero el tiempo pasa demasiado de prisa en una vida tan agitada y vertiginosa como llevo desde los doce ¿algun día sentiré terror ante ese misterioso síndrome de los cuarenta años? No lo siento ahora, tan cerca quizá porque he vivido demasiado tiempo aferrado a mi propio éxito, como si me hubiera acostumbrado a el; he vivido demasiado pegado a la agitación querida y ni siquiera he visto como pasan los años, pero los años pasan y todo mundo -dice que nunca en balde. Efectivamente aun que lo recuerdos están frescos, paso ya la época en que me daban regletazos en las palmas de las manos por que me negaba a cantar en el coro del colegio ante la perspectiva de irme a correr las calles con mis amigos; la época d mi primera banda, con mis compañeros de Chalco, incluso la época de mis primeros demos, de las primeras sorpresas, de los primeros amores, de los primeros aplausos. Y siento que en muchos escalones de esta subida he llegado a olvidar en algún momento quien era yo mismo, confundido entre los músicos, los espectadores, los micrófonos, los periodistas. Quien era realmente yo, que estaba, que estoy haciendo aquí, entre los demás, cual es mi destino y de que manera se va cumpliendo. Por que se perfectamente que no soy cebo de multitudes, objeto de griteríos y de paginas a todo color, fabrica de dinero, ídolo sin sangre y sin alma. De pronto, cuando me pongo a regar las plantas de mi casa, cuando me miro en un espejo, cuando me aburro en un vuelo interminable, me doy cuenta de que una parte de mí ya no esta al alcance de los otros: la que no sube a los escenarios. De pronto cuando me levando de noche en una habitación de hotel y he de tentar las paredes por que no se donde me encuentro, siento esa conciencia de mi mismo que en ocasiones parece perdida en el ajetreo diario. Y entonces decido escribir algo de mí, algo más de mí, todo de mí. No como confesión ni penitencia, ni como parte de mi trabajo. Sencillamente necesito pasar al papel algunos recuerdos, algunas experiencias, algunas intimidades por que de otro modo me sentiría perdido. ---Hugo A escena. Vamos a empezar. — Un libro no es un escenario. O, mejor, es otra clase de escenario. No hay una comunicación de un hombre con una multitud, sino de una persona con otra persona, de tu a tu, en la soledad mágica del mundo de la lectura, que es el mundo de la inteligencia y de la sensibilidad. Es también una apuesta del autor contra si mismo. Tal vez en las canciones que he interpretado he dicho ya muchas de las cosas que pensaba, mucho de lo que sentía incluso hacia mi mismo. Pero ecos no dejan oír las voces. Recuerdo un párrafo de Bruno Walter, el más destacado discípulo de mahler, que me impresiono tanto cuando lo leí que lo anote en un cuaderno. Cuenta el director de orquesta una visita que hizo al compositor bohemio en 1896. Cuando camino a su casa levante los aojos hacia las cumbres de los Alpes, cuyas abruptas paredes formaban detrás del encantador paisaje un amenazador telón de fondo, mahler me dijo: “no tiene usted necesidad de mirar; yo he puesto todo eso en mi tercera sinfonía”. Lejos de la pretensión ridícula de compararme con Gustav mahler, he tenido muchas veces que responder lo mismo a algunas preguntas de los periodistas: ¿quien es Hugo galán? Escucha las canciones que interpreto y en ellas esta dicho casi todo. Claro que de una manera ambigua, llena a veces de sobrentendidos, velando con frecuencia las verdades mas profundas. Nadie que acude a un concierto tiene muchos deseos de ver a su cantante espiritualmente desnudo, de informarse de sus mayores intimidades, de identificarse hasta el fondo con sus alegrías o sus tragedias. El cantante se convierte en un cable que provoca un corto circuito en el corazón del que lo escucha; en el fondo, es más un instrumento que un protagonista. Por eso a veces tiene uno ganas de quitarse esa necesaria mascara pragmática para que sus amigos lo contemplen como es. Ya se que personas y mascaras son la misma cosa en su origen etimológico griego. Lo que pasa es que en algún momento dentro del luminoso ropaje hay una sustancia definitiva y clara. Voy a tener tiempo para contarlo. Las paginas en blanco me permiten las esperanza de esa mirada total que pocas veces en mi vida he tenido tiempo de dirigirme. Seguramente con las dificultades que ya conozco, esa actividad a la que me obliga una profesión voluntariamente elegida y alegremente llevada. Pero valdrá la pena superarlas, y se que estoy preparado para ello. Cundo era yo un niño, actuaba como niño; ahora que soy hombre, me comporto como hombre… ¿eran EXACTAMENTE ASI LAS PALABRAS DE SAN PABLO? EN TODO CAS HACE MUCHOS AÑOS QUE SOY UN HOMBRE, PERO POCAS VECES COMO EN ESTE MOMENTO ME HE PLANTEADO LO QUE ESO DE VERDAD SIGNIFICA. Y ES LO QUE QUIERO EXPRESAR, A TRAVES DE LAS HISTORIAS, PEQUEÑAS, O GRANDES, QUE HAN CONTRIBUIDO A FORMAR A ESE HOMBRE. PROCURANDO SIEMPRE LLEVAR AL PRIMER PLANO AQUELLOS ASPECTOS QUE SUELEN QUEDAR ENSOMBRECIDOS EN LA ACTIVIDAD PUBLICA DE UN HOMBRE DE ESCENARIO. ¿ME FALTA UN LIBRO PARA REALIZARME DEL TODO COMO DICEN? NO LO CREO. UN LIBRO ES SOLO LA ORGANIZACIÓN DE PENSAMIENTOS Y SENSACIONES QUE YA EXISTIAN: PONERLOS EN CLARO Y DEJAR QUE OTROS LOS CONOSCAN. SOBRE TODO CUANDO NO SE TRATA DE UN LIBRO DE FICCION, SINO DE UN PEQUEÑO DOCUMENTO, ESPERO QUE ENTRENIDO, DE LOS VEINTITRES AÑOS DE UN HOMBRE CONOCIDO MAS POR SU TRABAJO QUE POR EL MISMO. POR LO DE MAS, TAMPOCO VOY A CONCEDERLE DEMACIADA IMPORNTACIA A ESTA VENTURA. LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE ES ESA CONCIENCIA DE LO QUE SOY Y CUYO DESARROYO SE HA ACENTUADO EN APRENDER A VIVIREN PLENITUD. OTRO ASUNTO ES QUE SEA CAPAZ DE INTERPRETARLA BIEN SOBRE EL PAPEL. NI SIQUIERA ME INQUIETA DEMACIADO. SE LO QUE HE HECHO Y TENGO FUERZAS PARA HACER LO QUE HE DECIDIDO HACER. ESTE MI GRAN Y MAYOR ARTE ME HA PUESTO UNA MARCA EN EL CAMINO Y DEBO DETENERME EN ELLA PARA MEDITAR Y MIRARME MAS DESPACIO. SIN DUDA ES ESA LA PRESENCIA LA RAZON ULTIMA QUE ME IMPULSA A SENTARME ANTE MI LAP TOP INSTRUMENTO QUE AHORA ME HA RESULTADO DEMACIADO FAMILIAR, LA VERDAD SEA DICHA, Y A PONER EN CLAO TODO LO QUE PARA LOS OTROS RESULTABA OSCURO Y TODO LO QUE MUCHAS VECES YO ME HE OCULTADO AMI MISMO POR MIEDO A QUE FRENASE MI CARRERA DE UN LADO A OTRO DE LOS ESCENARIOS. YA SE QUE NO OCURRIRA ESO. Y SE QUE EMPIEZO UNA NUEVA ETAPA, QUE DESEO EMPEZARLA Y QUE TENGO FUERZAS PARA LLEGAR A SU FINAL ---¡¡ Hugo, a escena!! Una escena nueva, un escenario desconocido --- ¡voy!

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